viernes, 30 de noviembre de 2012

EDUCAR CON EL EJEMPLO

No existe mejor forma de enseñar a los niños que con el ejemplo mismo. Actitudes, valores, comportamientos, modos y maneras de ser, todo eso los niños lo aprenden diariamente de los adultos que estamos con ellos. 

Está claro que uno de los principales procesos a través del cual aprendemos es la imitación. Según los expertos nacemos sin saber imitar y, durante los primeros meses, a la vez que aprendemos nuevos comportamientos también aprendemos a imitar. A medida que crecemos, seguimos perfeccionando esta capacidad; imitamos más y mejor.

Con ello, queda claro que cualquier conducta (las buenas y las no tan buenas) que el niño ve en sus padres serán susceptibles de ser imitadas. No sólo los padres serán modelos a imitar, el resto de su familia, el círculo de amigos más próximo, la escuela, la televisión,… serán fuente potencial de conductas a imitar. Con lo dicho anteriormente, se puede deducir que el comportamiento de los niños y, en un futuro, el del adulto puede haber tenido como origen la imitación de una conducta previamente observada. Conducta del adulto = El niño imita la conducta = Refuerzo por parte del adulto (mayor cuanto más se parezca a la del adulto) = Repetición de la conducta por parte del niño.

Existen algunos motivos por los que un niño empieza a repetir una mala acción. Una de las vías para adquirir un mal hábito es la imitación. Los niños, principalmente los más pequeños, aprenden imitando. En casa, los niños imitan a sus padres y/o hermanos. En la escuela, a sus compañeros y maestros. Si el niño, no todos, convive con alguien que guiña los ojos a cada tres por cuatro, es probable que con el tiempo llegue a imitarlo e inconscientemente se inicia un hábito. Lo mismo ocurre si los padres de este niño están diciendo palabrotas todo el día. ¿Cómo querrán ellos que su hijo no aprendan lo mismo? Hay que introducir buenos hábitos en la vida de los niños, y todo empieza en la familia, en la casa. 

Otra vía de adquisición de un mal hábito puede tratarse de señales que el niño emite cuando no encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa. Acaban comunicándose a través de alguna mala costumbre. En niños mayores, lo mismo puede pasar si ellos no encuentran diálogo en la familia, o no son entendidos por sus padres.

Además, por detrás de cada mala costumbre existe algo que pueda justificarla. Es necesario estar atento y, siempre que sea posible, se debe cortar lo malo por la raíz. Pero sin agobios ni ansiedades, porque en este caso los resultados pueden no ser nada buenos. Con paciencia, determinación y mucho cariño, todo se soluciona para el bien de los niños. 

Aquí os dejo un vídeo, un poco impactante,para reflexionar sobre la importancia de dar un buen ejemplo a los niños.




2 comentarios:

  1. Hola Sonia, felicidades por el Blog.

    El tema es apasionante. Para mí también es el núcleo de la educación. Los demás agentes sólo debemos ser colaboradores necesarios de la familia en los fines y objetivos educativos. Ni la escuela ni la sociedad podemos transmitir los valores y las creencias y la cultura que "destila" el ambiente familiar.

    Ayudar, facilitar y apoyar la educación que imparte la familia debería ser el objetivo del resto de agentes sociales que intervienen en la educación.

    Recuerda que el objetivo principal del blog es la realización de las actividades que se proponen en la Guía de la asignatura.

    ¡Ánimo y buen trabajo!

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